29 noviembre, 2017

Parte.5_Raven 3 (Tack & Raven) Lauren Oliver


Ninguna de las personas del hogar me culpo por la huida del ladrón,
estaba preocupada de que lo hicieran, incluso después de que se
descubrió que un cuchillo de la cocina había desaparecido. Todo el
mundo supuso que había encontrado alguna manera, que se las había
arreglado para aflojar las cuerdas el mismo y habría robado el
cuchillo antes de escabullirse.
Los duros, los que habrían querido verlo muerto se enfurecieron:
él no era bueno, podría estar de vuelta y matarnos a nosotros mientras
dormimos, había que llevar un control de toda la comida desde ahora
y que nunca debimos de haberle dado una oportunidad.
Casi les digo, tuve que haber confesado, pero estaba demasiado asustada

El ladrón había prometido estar de vuelta a medio día, pero el medio
día llego y se fue.

Yo sabía que me había mentido. Nunca volvería, Blue iba a morir y
todo había sido mi culpa.
No podía llorar por eso, porque había aprendido a nunca llorar,

Recuerdo: una luna alta, el peso del miedo, el apretón de la culpa. Un
viento frío, trayendo unos olores no familiares. El crujido de una rama.
Un paso. Y de repente ahí estaba el ladrón, saliendo del bosque,
luciendo diez años mayor de cuando se fue, empapado. Llevaba una
mochila.
Por un segundo, yo no podía creer que fuera real. Pensé que estaba
soñando.
“Albuterol” dijo el, levantando la mochila “Para la chica. Y suministros
para los otros. La penitencia por mi crimen.” Tylenol, Sudafed,
Neosporin, Penicilina. Era un bote. Nadie podía creer que había vuelto.
Nadie podía creer que hubiera arriesgado su vida, hizo una cruza al otro
lado, para abastecerse de suministros que tan desesperadamente
necesitábamos.
No dijo nada sobre el acuerdo que habíamos hecho. Sus crímenes
anteriores habían sido perdonados. Les dijo a las personas del hogar
sobre una pequeña instalación de almacenamiento simple, sin
seguridad y totalmente desmarcado a orillas del río Cocheco.
El hombre que lo poseía, Edward Kauffman, era un simpatizante,
y repartió medicamentos y hasta hacia ciertos tratamientos a incurados
a escondidas.
Tack se había trasladado aguas arriba, luchando con una pesada
corriente y cruzo al este de la clínica de Kauffman.
Había tenido que esconderse durante un tiempo antes de cruzar de
nuevo, a la espera de que se fuera una patrulla de regulación.
“¿Cómo sabias acerca de la clínica?” le pregunte.
“Mi hermana” dijo brevemente, él no lo dijo, pero lo supuse: ella
había tenido algún tratamiento en esa clínica, algo que no quería
que yo supiera, lo entendí hasta más tarde.
“Afilado como una Tachuela” dijo Grandma después de que el
ladrón hubiera terminado de hablar.
Por lo que el ladrón recibió un nombre, y se convirtió en uno de
nosotros.


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