Recientemente he tenido la fantasía
cada vez más y más: aquel en el
que Tack y yo huimos, desaparecemos
bajo el muy abierto cielo del
bosque, con las hojas verdes, dándonos
la bienvenida.
En mi fantasía entre más caminamos,
más limpio es el camino, como
al igual que el bosque se frota y con
el paso de los años, toda la sangre,
los combates y las cicatrices se
borran.
Y en esa fantasía, mi vida de
fantasía, encontramos una cabaña de
piedra escondida en el bosque, sin
tocar, equipada con camas,
alfombras, platos y todo lo que
necesitamos para vivir; como si hubiera
sido construida solo para nosotros y
hubiera estado esperando todo este
tiempo.
Pescábamos en el arroyo y cazábamos
en los bosques en el verano.
Cultivamos patatas, pimientos y tomates
grandes como calabazas.
En el invierno nos quedábamos dentro
junto al fuego mientras la
nieve caía a nuestro alrededor como
una manta.
Tenemos cuatro hijos, tal vez cinco. La
primera sería una niña,
tontamente hermosa, y la llamaríamos
Blue.
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