24 noviembre, 2017

C.2_Annabel 1 (Conrad & Annabel) Lauren Oliver


Ahora

La daga de plata es todo lo que me queda. Es, ambas, reconfortante
y dolorosa, porque me recuerda todo lo que he tenido, que tuvo
lugar, y que me quitaron.
Es mi pluma, también. Con ella, escribo mi historia, una y otra vez,
en las paredes. Así no me olvido. Así se vuelve real.
Pienso en las manos de Conrad, el cabello oscuro de Rachel, la boca
como un capullo de rosa de Lena.





Entonces
Jamás debí haber robado su billetera. Pero ese es el problema con
el amor, actúa en ti, trabaja mediante ti, resiste tus intentos de
controlarlo. Por eso se volvió tan aterrador para los legisladores:
el amor no obedece reglas más que las suyas.

En mi corto tiempo allí, hice dos buenos amigos: Misha, que me
llevó con Rawls y estaba intentando conseguirme papeles falsos,
también; y Steff, que me enseñó como robar de los bolsillos y me
mostró los mejores lugares para hacerlo.
Así es como supe el nombre del hombre con el que me casaría algún
día: le robé la billetera. El leve toque, mis manos a través de su pecho,
el momentáneo contacto, fue suficiente para sentirlo en su chaqueta,
deslizarlo en mi bolsillo, y correr. Debería haberme desasido de la
billetera y conservado el dinero, como Steff me había enseñado. Pero
incluso en ese momento el amor estaba trabajando dentro de mí,
volviéndome estúpida y curiosa y descuidada. En vez de eso tomé la
cartera de vuelta a la guarida y esparcí su contenido cuidadosamente,
ávidamente, en mi colchón, como un joyero inclinándose sobre sus
diamantes. Una tarjeta de identificación del gobierno, original, impresa
con el nombre de Conrad Haloway. Una tarjeta de crédito, dorada, emitida
por el Banco Nacional. Una tarjeta de fidelidad en el Boston Bean,
estampada en tres ocasiones. Una copia de su certificación médica; había
sido curado exactamente hace seis meses. Cuarenta y tres dólares, lo que
era una fortuna para mí. Y, dentro de una de las solapas para tarjetas de
crédito vacías, distorsionando el cuero ligeramente: una daga de plata, del
tamaño del dedo de un niño. 


Anterior                                                                                Siguiente






0 comentarios:

Publicar un comentario