Apoyo mi bicicleta contra un contenedor
de basura y golpeó
suavemente en el piso. Casi
inmediatamente, roza hacia el interior.
Lena se congela cuando me ve. Su boca
cae un poco abierta. He
estado pensando en lo que quería
decirle durante toda la mañana,
pero ahora—enfrentada a su
impresión—las palabras se marchitan.
Ella fue quien me dijo que la
encontrara en la tienda, y ahora actúa
como si nunca me hubiese visto antes.
Lo que sale es, -¿Me dejas entrar, o
qué?
Ella parte, como si yo acabase de
interrumpir un sueño despierto.
-¡Ay, perdona! Claro, pasa.- Puedo
decir que esta tan nerviosa como
lo estoy yo. Sus movimientos son
acelerados y avanza con enérgicos
saltos. Cuando entro en la despensa,
prácticamente cierra de golpe
la puerta detrás de mí.
Entonces alguien toca a la puerta, de
manera bastante clara, cuatro
veces. Me alejo rápidamente de Lena.
-¿Qué ha sido eso?- dije, pasando mi
antebrazo a través de mis ojos,
intentando controlarme. Lena intenta
hacerlo pasar como si yo ni
hubiese oído. Su rostro se ha vuelto
blanco, sus ojos abiertos de par
en par y aterrados. Cuando el llamado
comienza de nuevo, ella no se
mueve, solo se queda congelada donde
está.
-Creía que nadie venía por este
lado.- Cruzo mis brazos, mirando a
Lena con los ojos entrecerrados. Hay
una sospecha punzando,
hormigueando en alguna esquina de mi
mente, pero no puedo
concentrarme muy bien en ella.
-No vienen. Bueno... a veces... o sea,
los de reparto...‛
Mientras ella balbucea excusas, la
puerta se abre, y él asoma su cabeza
dentro — el chico del día en que
Lena y yo saltamos la puerta en el
laboratorio, justo antes de nuestras
evaluaciones. Sus ojos se posan
sobre mí y él, también, se congela.
Al principio pienso que debe ser un
error. Él debió de haber tocado en
la puerta equivocada. Lena le gritaría
ahora y le diría que se largara.
Pero entonces mi mente se lentamente
vuelve a funcionar y me doy
cuenta de que no, él había dicho el
nombre de Lena. Esto,
obviamente, estaba planeado.
-Llegas tarde,- dice Lena. Mi corazón
se aprieta como un disparador,
y solo por un segundo el mundo se
vuelve totalmente oscuro. Yo me
he equivocado respecto a todo y a
todos.
-Entra y cierra la puerta,- dice
sombríamente. La habitación se siente
mucho más pequeña una vez que él
está dentro. Me he acostumbrado
a los chicos este verano pero nunca
aquí, así, en un lugar familiar y a
la luz del día.
Es como descubrir que alguien más ha
estado usando tu cepillo de
dientes; me siento sucia y
desorientada. Siento que me volteo hacia
Lena. -Lena Ella Haloway Tiddle.-
Pronuncio su nombre completo,
muy lentamente, en parte porque tengo
que reasegurarme de su
existencia—Lena, mi amiga, la
preocupada, aquella que siempre
abogó por la seguridad primero, quien
ahora tenía citas secretas
con chicos. -Tienes mucho que explicar.
-Hana, ¿te acuerdas de Álex?,- dice
Lena débilmente, como si a pesar
de eso—el hecho de
recordarle—explicara todo.
-Claro que me acuerdo de Álex,- digo.
-Lo que no consigo recordar
es por qué está aquí.-
Lena hace unos ruidos de excusa poco
convincentes. Sus ojos vuelan
a los de él. Un mensaje pasa entre
ellos. Puedo sentirlo, codificado e
indescifrable, como una postal de
electricidad, como si yo acabase de
pasar muy cerca de las alambradas
fronterizas.
Mi estómago se da vuelta. Lena y yo
solíamos ser capaces de hablar así.
-Cuéntaselo,- dijo Álex suavemente.
Sin embargo, era como si yo no
estuviese en la sala.
Cuando Lena se gira para verme, sus
ojos están suplicando. -No quise
hacerlo,-es como empezó. Y luego,
después de una breve pausa, ella
suelta todo. Me cuenta sobre ver a Álex
en la fiesta de la Granja
Roaring Brook (la fiesta a la que la
invité; no hubiese estado allí si no
hubiese sido por mí), y encontrarse
con él por Back Cove justo antes
del atardecer.
-Ahí es cuando—ahí es cuando él me
dijo la verdad. Que él era un
Inválido,- dice ella, manteniendo sus
ojos fijos en los míos y forzando
la palabra Inválido, en un volumen
regular. Inconscientemente aspiré
una bocanada de aire. Así que es
cierto; todo este tiempo, mientras el
gobierno negaba y negaba, ha habido
gente viviendo en los márgenes
de nuestras ciudades, sin cura ni
control.
-Fui en tu busca anoche,- dijo Lena más
calmadamente. -Cuando supe
que iba a haber una redada... me
escabullí. Yo estaba ahí cuando—cuando
los reguladores llegaron. Apenas logré
salir con vida. Álex me ayudó.
Nos escondimos en un cobertizo hasta
que se fueran...-
Cierro mis ojos y los vuelvo a abrir.
Recuerdo moverme en la tierra
húmeda, chocando mi cadera contra la
ventana. Recuerdo estar de
pie, y ver las formas oscuras de
cuerpos que yacían como sombras
en el césped, y la geometría nítida
de un pequeño cobertizo, situado en
los árboles.
Lena estaba allí. Es casi
inimaginable.
-No puedo creerlo. No puedo creer que
salieras a escondidas de casa
durante una redada, por mí.-
Por primera vez en mucho tiempo, en
verdad la veo.
Lena comienza a decir algo, cuando hay
un fuerte golpe en la puerta que
se va directo a la tienda y Jed dice en
voz alta, -¿Lena? ¿Estas ahí?-
Instintivamente empujo a Álex al
costado por lo que él se tropieza
detrás de la puerta justo cuando
comienza a abrirse desde el otro lado.
Por fortuna, Jed se las arregla para
abrirla solo unos pocos centímetros
antes de que la puerta choque con una
enorme caja de puré de manzana.
Me pregunto, fugazmente, si Lena la
había colocado en ese lugar con
ese propósito.
Detrás de mí, puedo sentir a Álex:
alerta y quieto, como un animal justo
antes de salir corriendo. La puerta
amortigua el sonido de la voz de Jed.
Todo este tiempo, pensé que crecíamos
separadas porque yo estaba
dejando a Lena atrás. Pero en realidad
era al revés. Ella estaba
aprendiendo a mentir. Ella estaba
aprendiendo a amar.
No puedo soportar estar tan cerca de
este chico, este Inválido, que
ahora es el secreto de Lena. Mi piel
pica.
Asomo mi cabeza alrededor de la puerta.
-Hola, Jed,- dije alegremente.
Lena me da una agradecida mirada.
-Acabo de venir para darle una cosa
a Lena. Y nos hemos puesto a
cotillear.-
-Tenemos clientes,- dice Jed
debidamente, manteniendo sus ojos fijos
en Lena.
-Salgo en un minuto,- dice ella. Cuando
Jed se retira de nuevo con
un gruñido, cerrando la puerta, Álex
deja salir un largo suspiro. La
interrupción de Jed ha recobrado la
tensión en la habitación. Puedo
sentirla arrastrándose a lo largo de
mi piel, como calor.
Quizás sintiendo la tensión, Álex se
arrodilla y comienza a
desempacar su mochila. -Te he traído
algunas cosas para la pierna,- dice
en voz baja. Él ha traído suministros
médicos. Cuando Lena se enrolla
hacia arriba una pierna de sus vaqueros
hasta la rodilla, revela una fea
herida en la parte posterior de su
pantorrilla. Siento un rápido y
balanceado vértigo junto con el surgir
de una náusea.
-Uf, Lena,- digo, intentando conservar
mi voz liviana. No quiero
enloquecerla. -Ese perro te agarró
bien.-
-Se le pasara,- dice Álex con desdén,
como si yo no debiese
preocuparme por ello—como si no fuese
de mi incumbencia. Tengo
el repentino impulso de patearlo en la
parte trasera de su cabeza. Él
está arrodillado frente a Lena,
frotando crema antibacterial en su
pierna. Estoy fascinada por la forma en
que sus dedos se mueven
confiadamente a lo largo de su piel,
como si él fuese libre de tratar,
tocar y atender el cuerpo de ella. Ella
era mía antes de que fuera tuya:
Las palabras están ahí,
inesperadamente, surgiendo desde mi
garganta a mi lengua. Las trago de
vuelta.
-Quizás deberíamos ir a un hospital.-
Digo las palabras para Lena,
pero Álex salta.
-¿Y qué les contamos? ¿Qué resultó
herida durante una redada en una fiesta
clandestina?
Sé que él tiene razón, pero eso no
evita que sienta un irracional oleaje de
resentimiento. No me gusta la forma en
que actúa, aún si él es el único
que sabe lo que es bueno para Lena. No
me gusta la forma en que ella
lo mira a él, como si estuviese de
acuerdo.
-No duele tanto.- La voz de Lena es
gentil, apaciguada, la voz de un
padre calmando a un niño testarudo.
Una vez más tengo la sensación
de que la estoy viendo por primera vez:
Ella es como una figura detrás
de un telón, pura silueta y contorno,
y apenas puedo reconocerla. Ya
ni puedo soportar mirarla—Lena, una
extraña—así que me dejo caer
de rodillas y prácticamente aparté a
codazos a Álex.
-Lo estas haciendo mal,- digo. -Déjame
a mí.
-Sí, señora.- Se lanza fuera del
camino sin protestar, pero se queda en
cuclillas, observándome trabajar.
Espero que no note que mis manos
están temblando.
De la nada, Lena comienza a reír.
Estoy tan sorprendida, casi dejo
caer la gaza mientras estoy en plena
desatadura. Cuando miro a
Lena, ella se ríe tanto que debe
doblarse hacia adelante y poner una
mano sobre su boca para intentar
amortiguar el sonido. Álex la mira
sin hacer ruido por un
minuto—probablemente esté tan impactado
como yo—y entonces él, también,
deja escapar una carcajada. Pronto
los dos se están viniendo abajo.
Entonces yo también comienzo a reír.
Lo absurdo de la situación me
golpeó de una: vine aquí a
disculparme, a decirle a Lena que había
estado en lo correcto sobre ser
prudente y mantenerme a salvo, y en
vez de eso la sorprendí con un chico.
No, aún peor—un Inválido.
Luego de todo este tiempo y a pesar de
todas las advertencias, Lena
es la única que había atrapado la
deliria; Lena es la única con los
grandes secretos—la tímida Lena, a
quien nunca le ha gustado pararse
en frente de toda la clase, ha estado
escurriéndose por ahí y rompiendo
toda regla que se nos había enseñado.
¿Qué recordaría de este verano
cuando se acabe?
Sentimientos encontrados de placer y
dolor:
Sentarme con Lena y Álex en 37 Brooks
en Highlands, mirando un
hermoso atardecer desangrarse hacia el
cielo, sabiendo que estamos a
un día más cerca de nuestra cura.
Lena y Álex.
Tengo a Lena de vuelta, pero ella está
cambiando, y parece que cada
día se vuelve un poco más diferente,
un poco más distante, como si
la estuviese observando alejarse por un
oscuro callejón. Aun cuando
estamos solas—lo que ahora es raro;
Álexestá casi siempre con
nosotras—hay una imprecisión en
ella, como si estuviese flotando
a través de su vida en medio de uno de
sus sueños estando despierta.
Y cuando estamos con Álex, yo también
parezco no estar allí. Ellos
hablan en un lenguaje de susurros,
risas y secretos; sus palabras son
como un enredo fantasioso de espinas,
lo que pone un muro entre
nosotros.
Yo estoy feliz por ella. Lo estoy.
Y a veces, solo antes de irme a
acostar, cuando estoy más vulnerable,
estoy celosa.
Las carreras con Lena hasta las boyas
en Back Cove; la forma en que
sonreía cuando me confesó que había
hecho lo mismo con Álex;
Todos los días, calles empapeladas con
más y más carteles. Recompensa,
recompensa, recompensa. Recompensa por
información.
Si ves algo, di algo.
Una ciudad de papel, un mundo de papel:
papel susurrando en el viento,
susurrándome, siseando un mensaje de
veneno y celos.
Si sabes algo, haz algo.
Lo siento, Lena.
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