26 noviembre, 2017

C.5_Hana 2 (Alex & Lena) Lauren Oliver


Apoyo mi bicicleta contra un contenedor de basura y golpeó
suavemente en el piso. Casi inmediatamente, roza hacia el interior.
Lena se congela cuando me ve. Su boca cae un poco abierta. He
estado pensando en lo que quería decirle durante toda la mañana,
pero ahora—enfrentada a su impresión—las palabras se marchitan.
Ella fue quien me dijo que la encontrara en la tienda, y ahora actúa
como si nunca me hubiese visto antes.
Lo que sale es, -¿Me dejas entrar, o qué?
Ella parte, como si yo acabase de interrumpir un sueño despierto.
-¡Ay, perdona! Claro, pasa.- Puedo decir que esta tan nerviosa como
lo estoy yo. Sus movimientos son acelerados y avanza con enérgicos
saltos. Cuando entro en la despensa, prácticamente cierra de golpe
la puerta detrás de mí.

Entonces alguien toca a la puerta, de manera bastante clara, cuatro
veces. Me alejo rápidamente de Lena.
-¿Qué ha sido eso?- dije, pasando mi antebrazo a través de mis ojos,
intentando controlarme. Lena intenta hacerlo pasar como si yo ni
hubiese oído. Su rostro se ha vuelto blanco, sus ojos abiertos de par
en par y aterrados. Cuando el llamado comienza de nuevo, ella no se
mueve, solo se queda congelada donde está.
-Creía que nadie venía por este lado.- Cruzo mis brazos, mirando a
Lena con los ojos entrecerrados. Hay una sospecha punzando,
hormigueando en alguna esquina de mi mente, pero no puedo
concentrarme muy bien en ella.
-No vienen. Bueno... a veces... o sea, los de reparto...‛
Mientras ella balbucea excusas, la puerta se abre, y él asoma su cabeza
dentro — el chico del día en que Lena y yo saltamos la puerta en el
laboratorio, justo antes de nuestras evaluaciones. Sus ojos se posan
sobre mí y él, también, se congela.
Al principio pienso que debe ser un error. Él debió de haber tocado en
la puerta equivocada. Lena le gritaría ahora y le diría que se largara.
Pero entonces mi mente se lentamente vuelve a funcionar y me doy
cuenta de que no, él había dicho el nombre de Lena. Esto,
obviamente, estaba planeado.
-Llegas tarde,- dice Lena. Mi corazón se aprieta como un disparador,
y solo por un segundo el mundo se vuelve totalmente oscuro. Yo me
he equivocado respecto a todo y a todos.
-Entra y cierra la puerta,- dice sombríamente. La habitación se siente
mucho más pequeña una vez que él está dentro. Me he acostumbrado
a los chicos este verano pero nunca aquí, así, en un lugar familiar y a
la luz del día.
Es como descubrir que alguien más ha estado usando tu cepillo de
dientes; me siento sucia y desorientada. Siento que me volteo hacia
Lena. -Lena Ella Haloway Tiddle.- Pronuncio su nombre completo,
muy lentamente, en parte porque tengo que reasegurarme de su
existencia—Lena, mi amiga, la preocupada, aquella que siempre
abogó por la seguridad primero, quien ahora tenía citas secretas
con chicos. -Tienes mucho que explicar.
-Hana, ¿te acuerdas de Álex?,- dice Lena débilmente, como si a pesar
de eso—el hecho de recordarle—explicara todo.
-Claro que me acuerdo de Álex,- digo. -Lo que no consigo recordar
es por qué está aquí.-
Lena hace unos ruidos de excusa poco convincentes. Sus ojos vuelan
a los de él. Un mensaje pasa entre ellos. Puedo sentirlo, codificado e
indescifrable, como una postal de electricidad, como si yo acabase de
pasar muy cerca de las alambradas fronterizas.
Mi estómago se da vuelta. Lena y yo solíamos ser capaces de hablar así.
-Cuéntaselo,- dijo Álex suavemente. Sin embargo, era como si yo no
estuviese en la sala.
Cuando Lena se gira para verme, sus ojos están suplicando. -No quise
hacerlo,-es como empezó. Y luego, después de una breve pausa, ella
suelta todo. Me cuenta sobre ver a Álex en la fiesta de la Granja
Roaring Brook (la fiesta a la que la invité; no hubiese estado allí si no
hubiese sido por mí), y encontrarse con él por Back Cove justo antes
del atardecer.
-Ahí es cuando—ahí es cuando él me dijo la verdad. Que él era un
Inválido,- dice ella, manteniendo sus ojos fijos en los míos y forzando
la palabra Inválido, en un volumen regular. Inconscientemente aspiré
una bocanada de aire. Así que es cierto; todo este tiempo, mientras el
gobierno negaba y negaba, ha habido gente viviendo en los márgenes
de nuestras ciudades, sin cura ni control.
-Fui en tu busca anoche,- dijo Lena más calmadamente. -Cuando supe
que iba a haber una redada... me escabullí. Yo estaba ahí cuando—cuando
los reguladores llegaron. Apenas logré salir con vida. Álex me ayudó.
Nos escondimos en un cobertizo hasta que se fueran...-
Cierro mis ojos y los vuelvo a abrir. Recuerdo moverme en la tierra
húmeda, chocando mi cadera contra la ventana. Recuerdo estar de
pie, y ver las formas oscuras de cuerpos que yacían como sombras
en el césped, y la geometría nítida de un pequeño cobertizo, situado en
los árboles.
Lena estaba allí. Es casi inimaginable.
-No puedo creerlo. No puedo creer que salieras a escondidas de casa
durante una redada, por mí.-
Por primera vez en mucho tiempo, en verdad la veo.

Lena comienza a decir algo, cuando hay un fuerte golpe en la puerta que
se va directo a la tienda y Jed dice en voz alta, -¿Lena? ¿Estas ahí?-
Instintivamente empujo a Álex al costado por lo que él se tropieza
detrás de la puerta justo cuando comienza a abrirse desde el otro lado.
Por fortuna, Jed se las arregla para abrirla solo unos pocos centímetros
antes de que la puerta choque con una enorme caja de puré de manzana.
Me pregunto, fugazmente, si Lena la había colocado en ese lugar con
ese propósito.
Detrás de mí, puedo sentir a Álex: alerta y quieto, como un animal justo
antes de salir corriendo. La puerta amortigua el sonido de la voz de Jed.

Todo este tiempo, pensé que crecíamos separadas porque yo estaba
dejando a Lena atrás. Pero en realidad era al revés. Ella estaba
aprendiendo a mentir. Ella estaba aprendiendo a amar.
No puedo soportar estar tan cerca de este chico, este Inválido, que
ahora es el secreto de Lena. Mi piel pica.
Asomo mi cabeza alrededor de la puerta. -Hola, Jed,- dije alegremente.
Lena me da una agradecida mirada. -Acabo de venir para darle una cosa
a Lena. Y nos hemos puesto a cotillear.-
-Tenemos clientes,- dice Jed debidamente, manteniendo sus ojos fijos
en Lena.
-Salgo en un minuto,- dice ella. Cuando Jed se retira de nuevo con
un gruñido, cerrando la puerta, Álex deja salir un largo suspiro. La
interrupción de Jed ha recobrado la tensión en la habitación. Puedo
sentirla arrastrándose a lo largo de mi piel, como calor.
Quizás sintiendo la tensión, Álex se arrodilla y comienza a
desempacar su mochila. -Te he traído algunas cosas para la pierna,- dice
en voz baja. Él ha traído suministros médicos. Cuando Lena se enrolla
hacia arriba una pierna de sus vaqueros hasta la rodilla, revela una fea
herida en la parte posterior de su pantorrilla. Siento un rápido y
balanceado vértigo junto con el surgir de una náusea.
-Uf, Lena,- digo, intentando conservar mi voz liviana. No quiero
enloquecerla. -Ese perro te agarró bien.-
-Se le pasara,- dice Álex con desdén, como si yo no debiese
preocuparme por ello—como si no fuese de mi incumbencia. Tengo
el repentino impulso de patearlo en la parte trasera de su cabeza. Él
está arrodillado frente a Lena, frotando crema antibacterial en su
pierna. Estoy fascinada por la forma en que sus dedos se mueven
confiadamente a lo largo de su piel, como si él fuese libre de tratar,
tocar y atender el cuerpo de ella. Ella era mía antes de que fuera tuya:
Las palabras están ahí, inesperadamente, surgiendo desde mi
garganta a mi lengua. Las trago de vuelta.
-Quizás deberíamos ir a un hospital.- Digo las palabras para Lena,
pero Álex salta.
-¿Y qué les contamos? ¿Qué resultó herida durante una redada en una fiesta
clandestina?
Sé que él tiene razón, pero eso no evita que sienta un irracional oleaje de
resentimiento. No me gusta la forma en que actúa, aún si él es el único
que sabe lo que es bueno para Lena. No me gusta la forma en que ella
lo mira a él, como si estuviese de acuerdo.
-No duele tanto.- La voz de Lena es gentil, apaciguada, la voz de un
padre calmando a un niño testarudo. Una vez más tengo la sensación
de que la estoy viendo por primera vez: Ella es como una figura detrás
de un telón, pura silueta y contorno, y apenas puedo reconocerla. Ya
ni puedo soportar mirarla—Lena, una extraña—así que me dejo caer
de rodillas y prácticamente aparté a codazos a Álex.
-Lo estas haciendo mal,- digo. -Déjame a mí.
-Sí, señora.- Se lanza fuera del camino sin protestar, pero se queda en
cuclillas, observándome trabajar. Espero que no note que mis manos
están temblando.
De la nada, Lena comienza a reír. Estoy tan sorprendida, casi dejo
caer la gaza mientras estoy en plena desatadura. Cuando miro a
Lena, ella se ríe tanto que debe doblarse hacia adelante y poner una
mano sobre su boca para intentar amortiguar el sonido. Álex la mira
sin hacer ruido por un minuto—probablemente esté tan impactado
como yo—y entonces él, también, deja escapar una carcajada. Pronto
los dos se están viniendo abajo.
Entonces yo también comienzo a reír. Lo absurdo de la situación me
golpeó de una: vine aquí a disculparme, a decirle a Lena que había
estado en lo correcto sobre ser prudente y mantenerme a salvo, y en
vez de eso la sorprendí con un chico. No, aún peor—un Inválido.
Luego de todo este tiempo y a pesar de todas las advertencias, Lena
es la única que había atrapado la deliria; Lena es la única con los
grandes secretos—la tímida Lena, a quien nunca le ha gustado pararse
en frente de toda la clase, ha estado escurriéndose por ahí y rompiendo
toda regla que se nos había enseñado.

¿Qué recordaría de este verano cuando se acabe?
Sentimientos encontrados de placer y dolor:

Sentarme con Lena y Álex en 37 Brooks en Highlands, mirando un
hermoso atardecer desangrarse hacia el cielo, sabiendo que estamos a
un día más cerca de nuestra cura.
Lena y Álex.
Tengo a Lena de vuelta, pero ella está cambiando, y parece que cada
día se vuelve un poco más diferente, un poco más distante, como si
la estuviese observando alejarse por un oscuro callejón. Aun cuando
estamos solas—lo que ahora es raro; Álexestá casi siempre con
nosotras—hay una imprecisión en ella, como si estuviese flotando
a través de su vida en medio de uno de sus sueños estando despierta.
Y cuando estamos con Álex, yo también parezco no estar allí. Ellos
hablan en un lenguaje de susurros, risas y secretos; sus palabras son
como un enredo fantasioso de espinas, lo que pone un muro entre
nosotros.
Yo estoy feliz por ella. Lo estoy.
Y a veces, solo antes de irme a acostar, cuando estoy más vulnerable,
estoy celosa.

Las carreras con Lena hasta las boyas en Back Cove; la forma en que
sonreía cuando me confesó que había hecho lo mismo con Álex;

Todos los días, calles empapeladas con más y más carteles. Recompensa,
recompensa, recompensa. Recompensa por información.
Si ves algo, di algo.
Una ciudad de papel, un mundo de papel: papel susurrando en el viento,
susurrándome, siseando un mensaje de veneno y celos.
Si sabes algo, haz algo.
Lo siento, Lena.






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